Algunas Pautas Para Comenzar
Empezar la Obra en una localidad,
es una de las tareas más apasionantes
que la Iglesia debe llevar a cabo.
Es de fundamental
importancia que tengamos en cuenta el tremendo impacto espiritual que tiene este
movimiento que realiza la Iglesia para extender el alcance del Reino de Dios.
Por lo tanto, es indispensable que la Iglesia asuma que este movimiento debe
ser precedido por la oración y acompañado por la oración.
Puede ser que le caigamos bien a la gente del pueblo, que
nos reciban con simpatía y nos halaguen y aplaudan por la buena obra que
hagamos.
También puede ser que “se nos abran puertas” con las
autoridades del lugar, instituciones y demás.
Pero, no debemos engañarnos ni ser ingenuos: NO SOMOS BIEN
RECIBIDOS POR EL ENEMIGO.
Conocemos las artimañas del diablo. Mientras nosotros
hablamos, hacemos planes, y discutimos
acerca de estrategias, el diablo escucha y hace sus propios planes para oponerse a nuestra acción.
Mientras hablamos, el enemigo está tranquilo, pero cuando la
Iglesia se pone de acuerdo y ora, el diablo tiembla y Dios comienza a obrar, va
delante y nos acompaña en todo lo que hagamos. Jesús vino a deshacer las obras
del diablo.
La palabra nos ilustra:
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes”. (Ef 6.11-12)
Estas huestes espirituales de
maldad son las que se han adueñado del pueblo en cuestión, organizando y
desarrollando en base al pecado toda clase de actividades que buscan matar y
destruir a los habitantes del lugar. Nosotros vamos en el nombre del Señor a establecer
el Reino, liberar a los cautivos y llevar la Vida de Cristo a esas personas. La
extensión del Reino es un acontecimiento espiritual.
Por supuesto, no estamos diciendo que
las personas que habitan en una localidad determinada están todos endemoniados,
pero sí que están oprimidos por el diablo.
Tampoco
vamos a caer en el error de la improvisación y pensar que no son necesarias la planificación y
organización, pero sí que éstas deben estar bajo la autoridad del Espíritu.
Planteada así la situación, si la
Iglesia avanza llevando el Reino de Dios, utilizando las armas espirituales de
la oración y el ayuno, tiene la victoria asegurada.
Claro que es muy
lógico entender que habrá una reacción, y muy fuerte, de parte del reino de las
tinieblas que se ve seriamente amenazado y presiente la segura derrota.
En este sentido es muy esclarecedora la palabra de Jesús:
“Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida
contra sí misma, cae… Más si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios,
ciertamente el Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que
posee.
Pero, cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas
sus armas en que confiaba y reparte el botín.” (Lc 11.17-22)
El texto se explica por si mismo.
El hombre fuerte tiene su palacio, en nuestro caso el pueblo, y lo guarda con
sus armas. Nosotros, la Iglesia, vamos a predicar el Evangelio en el nombre del
Señor, el Todopoderoso, le atamos y le sacamos el botín, las vidas de la gente.
No estamos luchando contra la
gente, por el contrario, estamos a su favor.
Pero, no olvidemos, estamos luchando contra principados
espirituales de maldad.
El movimiento de la
Iglesia comienza con la oración. La iniciativa está en la Tierra y más específicamente
le corresponde a la Iglesia. Dios obra y hace de acuerdo a lo que le pedimos.
Con la oración, Dios nos ha dado una arma poderosísima, debemos usarla.
Dijo Jesús:
“De cierto les digo que atéis en la tierra, será atado en el cielo, y
todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
Otra vez os digo, que si dos de ustedes en la tierra se ponen de
acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que
está en los cielos”. (Mt 18.18-19)
Llegará el día en que nos
pongamos de acuerdo para atar y desatar en los cielos, en ese día avanzaremos
con autoridad y poder verdadero más allá de todo lo humano.
Ya sabemos que cuando oramos se manifestará la
oposición de las tinieblas pero mucho más se pondrá en evidencia su
derrota.
Juntamente con Cristo
somos más que vencedores, El está con nosotros, le ha despojado de todo poder y
le humilló venciéndolo en la Cruz.
Esa Victoria Jesús la comparte
con nosotros cuando avanzamos en su Nombre y libramos la batalla en oración y
predicando el mensaje de Salvación.
Oremos, prediquemos el Evangelio,
establezcamos el Reino donde vayamos que Dios está con nosotros. Él nos
bendecirá.
¡Qué bueno, Miguel! Tengo que encontrar Parte 1.
ResponderEliminarEstoy leyendo otra vez La Iglesia Gloriosa de Watchman Nee... gloriosa lectura también.
Connie, aca te dejo el link de la primera parte, Bendiciones! http://presbiteriomayor.blogspot.com.ar/2016/08/la-accion-de-la-iglesia-orar-y-predicar.html
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