martes, 6 de septiembre de 2016

La acción de la Iglesia: orar y predicar el evangelio. Parte 2

Algunas Pautas Para Comenzar

Empezar la Obra en una localidad,  es una de las tareas más apasionantes que la Iglesia debe llevar a cabo.
  Es de fundamental importancia que tengamos en cuenta el tremendo impacto espiritual que tiene este movimiento que realiza la Iglesia para extender el alcance del Reino de Dios. Por lo tanto, es indispensable que la Iglesia asuma que este movimiento debe ser precedido por la oración y acompañado por la oración.
Puede ser que le caigamos bien a la gente del pueblo, que nos reciban con simpatía y nos halaguen y aplaudan por la buena obra que hagamos.
También puede ser que “se nos abran puertas” con las autoridades del lugar, instituciones y demás.
Pero, no debemos engañarnos ni ser ingenuos: NO SOMOS BIEN RECIBIDOS POR EL ENEMIGO.
Conocemos las artimañas del diablo. Mientras nosotros hablamos,  hacemos planes, y discutimos acerca de estrategias, el diablo escucha y hace sus propios planes  para oponerse a nuestra acción.
Mientras hablamos, el enemigo está tranquilo, pero cuando la Iglesia se pone de acuerdo y ora, el diablo tiembla y Dios comienza a obrar, va delante y nos acompaña en todo lo que hagamos. Jesús vino a deshacer las obras del diablo.
La palabra nos ilustra:

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino  contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad  en las regiones celestes”. (Ef 6.11-12)

Estas huestes espirituales de maldad son las que se han adueñado del pueblo en cuestión, organizando y desarrollando en base al pecado toda clase de actividades que buscan matar y destruir a los habitantes del lugar. Nosotros vamos en el nombre del Señor a establecer el Reino, liberar a los cautivos y llevar la Vida de Cristo a esas personas. La extensión del Reino es un acontecimiento espiritual.
            Por supuesto, no estamos diciendo que las personas que habitan en una localidad determinada están todos endemoniados, pero sí que están oprimidos por el diablo.
            Tampoco vamos a caer en el error de la improvisación y pensar  que no son necesarias la planificación y organización, pero sí que éstas deben estar  bajo la autoridad del Espíritu.
Planteada así la situación, si la Iglesia avanza llevando el Reino de Dios, utilizando las armas espirituales de la oración y el ayuno, tiene la victoria asegurada.
Claro que  es muy lógico entender que habrá una reacción, y muy fuerte, de parte del reino de las tinieblas que se ve seriamente amenazado y presiente la segura derrota.
En este sentido es muy esclarecedora la palabra de Jesús:

“Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae… Más si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee.
Pero, cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba y reparte el botín.” (Lc 11.17-22)
El texto se explica por si mismo. El hombre fuerte tiene su palacio, en nuestro caso el pueblo, y lo guarda con sus armas. Nosotros, la Iglesia, vamos a predicar el Evangelio en el nombre del Señor, el Todopoderoso, le atamos y le sacamos el botín, las vidas de la gente.
No estamos luchando contra la gente, por el contrario, estamos a su favor.
Pero, no olvidemos,  estamos luchando contra principados espirituales de maldad.
  El movimiento de la Iglesia comienza con la oración. La iniciativa está en la Tierra y más específicamente le corresponde a la Iglesia. Dios obra y hace de acuerdo a lo que le pedimos. Con la oración, Dios nos ha dado una arma poderosísima, debemos usarla.
Dijo Jesús:

“De cierto les digo que atéis en la tierra, será atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
Otra vez os digo, que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en los cielos”. (Mt 18.18-19)

Llegará el día en que nos pongamos de acuerdo para atar y desatar en los cielos, en ese día avanzaremos con autoridad y poder verdadero más allá de todo lo humano.
Ya sabemos que cuando oramos se manifestará  la  oposición de las tinieblas pero mucho más se pondrá en evidencia su derrota.
  Juntamente con Cristo somos más que vencedores, El está con nosotros, le ha despojado de todo poder y le humilló venciéndolo en la Cruz.   
Esa Victoria Jesús la comparte con nosotros cuando avanzamos en su Nombre y libramos la batalla en oración y predicando el mensaje de Salvación.

Oremos, prediquemos el Evangelio, establezcamos el Reino donde vayamos que Dios está con nosotros. Él nos bendecirá.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bueno, Miguel! Tengo que encontrar Parte 1.
    Estoy leyendo otra vez La Iglesia Gloriosa de Watchman Nee... gloriosa lectura también.

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    1. Connie, aca te dejo el link de la primera parte, Bendiciones! http://presbiteriomayor.blogspot.com.ar/2016/08/la-accion-de-la-iglesia-orar-y-predicar.html

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